martes, 14 de junio de 2011

El principio de organización de la vida: la parsimonia

El principio de organización de vida: la parsimonia


Elaboró: Mtro. Héctor Darío Aguirre Arvizu
DR (1996)
publicado en este blog el 14 de junio de 2011
atmparalavida@yahoo.com.mx

En física encontramos fenómenos muy interesantes que siguen un principio económico común: se desarrollan por el camino más corto, o por el más rápido o con el menor gasto energético.

Un rayo de luz que viaja de un medio menos denso a uno más denso, por ejemplo del aire al agua, digamos de una pecera, sufre una desviación de cierto ángulo con el fin de mantener su velocidad al máximo, y por eso los objetos se ven como si se cortaran al entrar al agua. Aquí se le llama principio de Fermat.

Leonardo Da Vinci, genial observador de la naturaleza, había dicho: “Todo fenómenos natural se produce por la vía más corta”.

La molécula del agua está formada, como ya es de conocimiento popular, por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Resulta que ambos hidrógenos forman un ángulo de 102 grado entre ellos y con eso mantienen el mínimo gasto de energía para permanecer unidos y al mismo tiempo formar la molécula más estable del universo.

Euler, un famoso matemático, usaba el principio para hacer sus deducciones bajo la siguiente idea: de las posibles expresiones matemáticas que representen un fenómeno físico, la más sencilla es la correcta. Por lo tanto, buscaba la expresión mínima y elegante en todos sus desarrollos.

Una fórmula elegante en las matemáticas es la siguiente:


contiene los primeros números enteros, 0 y 1, las relaciones matemáticas fundamentales: + (suma) e = (igualdad); las constantes “joyas” de la matemática: el valor que relaciona el diámetro de una circunferencia con su radio (3.141592654...) y e, base de los números neperianos y que interviene en las expresiones de fenómenos que crecen y decrecen bajo ciertas condiciones (su valor es 2.718281818...); y también i, base de los números imaginarios, la raíz imposible en los números reales: .

En un texto de matemáticas encontramos la siguiente referencia:

“... Lagrange podía demostrar que los postulados newtonianos de materia y movimiento, un tanto modificados, se adaptaban al amplio principio de economía de la naturaleza. El principio ha conducido a los resultados aún más fructíferos de Hamilton y Maxwell, y, actualmente, continúa, en la obra de Einstein y en las últimas fases de la mecánica ondulatoria.” (Newman, 1979, p. 80).

En la psicología de la percepción Wertheimer nos proporcionó el principio de pregnancia o de organización los elementos visuales: el agrupamiento de los objetos observados tiende hacia la mayor regularidad, simplicidad, equilibrio y claridad posibles bajo unas circunstancias dadas o hacia la formación de una “buena forma”, en la percepción del mundo. Este principio se puede apreciar en diversos fenómenos: un círculo negro que se mueve sobre fondo blanco es percibido como tal y no como una sucesión de áreas negras emergiendo y volviendo cada una de ellas al fondo blanco.

Todos los nombres se refieren al mismo principio de organización económica de la naturaleza, el principio de parsimonia, la obtención del máximo resultado con el mínimo de gasto energético.

Dicho sea de paso es un principio de movimiento muy utilizado en el Aikido, el Judo y el Método Feldenkrais®.

¿Nosotros nos mantenemos en el principio de parsimonia en nuestra vida?, ¿Eliminamos los esfuerzos innecesarios para ser más “económicos”?, o ¿nos pasamos haciendo las cosas gastando nuestra energía sin sentido?

Podemos indicar el primer mandamiento del profesor Roberto Olguín, quien enseñaba Patología en la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía:

“NO usarás tu energía en vano.”


Mtro. Darío Aguirre


Referencias:
Newman James R. (1979). Sigma. El mundo de las matemáticas. Tomo I. Ediciones Grijalbo, S.A. Barcelona-Buenos Aires-México. 4ª ed.
 

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