La enseñanza del movimiento en los niños y jóvenes
Dr. Héctor Darío Aguirre Arvizu
07/11/15
De suyo el ser
humano no nace sabiendo hacer nada. Requiere de ir aprendiendo habilidades de
modo que se apoya en los reflejos iniciales de supervivencia, para ir
complejizando su actuar en el mundo. El tracto piramidal, que controlará en un
futuro el movimiento de brazos, cuerpo y piernas no está desarrollado y
requiere de estimulación y movimiento.
Si un niño o
joven no hace determinados movimientos pierde la oportunidad de organizar su
cerebro para que esté en pleno uso de sus capacidades.
La ontogenia del
movimiento implica pasar de los reflejos a los movimientos relativamente
desordenados de los primeros meses, al movimiento organizado de la espalda,
para después llegar al control de brazos y piernas, más adelante el de las
manos con precisión en una fase inicial. Está presente la necesidad de aprender
a arrastrarse, moverse como reptil, aprender a gatear en cuatro fases diferentes
y con ello ir controlar la gravedad para poder llegar de acostado a sentado,
para después pasar de sentado a parado y empezar a dar los primeros pasos. La
forma de caminar inicial del niño es completamente diferente a la que llegará a
tener a los tres, cuatro o cinco años de edad o más.
Imagen tomada de: Enlace |
El niño
requerirá aprender a orientarse a objetos, acercárselos, agarrarlos, tomarlos y
lanzarlos.
El cuerpo del
niño crece de modo más o menos lineal entre los 5 y los 12 años, lo que da
tiempo al cerebro a aprender a controlar el movimiento de modo adecuado.
En el brote
adolescente, cuando el torrente sanguíneo es invadido por las hormonas, el
sistema musculoesquelético se desarrolla a una velocidad mucho mayor que en la
etapa previa, además de modo diferencial unos de otros. Surge una etapa de
descoordinación debido a que el cerebro se ha formado una imagen del cuerpo, en
el registro somestésico, más o menos estable y que ya no corresponde al
desarrollo del cuerpo entre los 12 y 15 años. Se requiere actividad sistemática
para aprender a controlar los grandes músculos de la espada, de las
extremidades entre sí y de la llamada coordinación fina de la mano.
Considero que a
todos los jóvenes debemos enseñarles a moverse de modo ordenado, llevando su
cuerpo a niveles de operación cada vez más organizados, que sepan controlar su
cuerpo. Por ejemplo, que ordenen su forma de caminar es una habilidad a lograr
muy importante, para saber cómo apoyar los huesos de los pies. La mayoría de
los jóvenes y las personas camina (si no tienen un impedimento
musculoesquelético o neurológico), pero una gran cantidad de ellos no sabe
hacerlo eficientemente, ya que no apoyan los pies de modo adecuado, no apoyan
los huesos uno encima de otros, desplazan su centro de masa fuera del campo adecuado, no realizan balanceo adecuado de la cadera y otros aspectos técnicos.
Para caminar eficientemente se requiere de reentrenar el cuerpo del joven
adolescente, precisamente porque el cerebro requiere de reconocer la nueva
posición que adquiere debido al brote adolescente. Caminar no significa siempre lo mismo.
Puede ocurrir
también que estén encorvados, ello debido a que los músculos extensores de la
espalda requieren entrenamiento, así como liberar de tensiones los músculos
flexores, en particular los pectorales. Después de practicar el alargamiento de
la espalda y activar los músculos extensores de modo sistemático, el joven
logra estar erguidos de modo fácil y cómodo y eso es un ordenamiento adecuado a su vida general y en particular académica
(funcionan tónicamente y piensan mejor).
En la actividad
física de lanzar un balón de basquetbol hacia la canasta, deben ensayar hasta
que lo hagan con poco gasto energético, con “técnica” adecuada y que lo
practiquen mucho (muchas veces y largo tiempo) para que se note la diferencia
de desempeño del final respecto a una evaluación inicial. Eso es llevar de un
desorden inicial, por falta de conocimiento y práctica, a un movimiento
ordenado socialmente reconocido, con buen desempeño.
Desarrollo de la caminata en diferentes momentos de la vida. Caminar no significa lo mismo siempre. |
Otra habilidad
es el recorte con tijeras. Un niño debe aprender a seguir una línea fina y
recortar como si no hubiera quitado la tijera del papel, aunque lo hubiera
hecho. Cuando recortan desordenados, para todos lados, dejan marcas o recortes
fuera de la línea, es claro para el experto en psicomotricidad (y debería ser
para el maestro de secundaria), que todavía hay zonas de su cerebro que no
están conectadas y no pueden controlar los músculos de la espalda, el brazo y
la mano.
El cómo se hace un salto cambia a lo largo de la vida. Siempre y cuando se practique. |
Lo mismo del
párrafo anterior se puede decir de la letra. Cuando hacen una letra
desordenada, e incluso cuando no llegar a hacer letra continua como la cursiva
o Palmer, carecen de conexiones nerviosas que les permitirían lograr mayores
niveles de aprendizaje. Nosotros necesitamos invitarlos a escribir cada vez con
mejor letra.
Todas estas
habilidades se alcanzan solamente con una práctica constante, paciente, de
larga data, con la mejor postura posible (hacerlo fácil), erguidos y respirando
abdominalmente o en la forma eficiente que el momento exija y, sobretodo, cometiendo muchísimos errores.
Los jóvenes
necesitan ordenarse y ser ordenados de forma amable de nuestra parte, sin
gritos ni castigos, pero sí con indicaciones precisas. La labor de ordenamiento
corporal no es exclusiva de los maestros de deportes, sino que debe ser en cada
una de las especialidades, desde español (lectura y escritura, por ejemplo),
matemáticas (contar movimientos), cívica (respetar distancias), tecnologías
(adquisición de habilidades productivas para la vida), etc.
Ah, por cierto,
no podremos entrenar la fuerza, la velocidad y la resistencia en los jóvenes si
no se entrena la coordinación suave en los tres niveles: grandes músculos de la
espalda, extremidades unas con otras y mano, siempre en la suavidad y lentitud.
Se da por
sentado que nosotros los maestros somos especialistas en nuestro propio orden, mucho más
ordenado (espero) que el de los jóvenes a quienes atendemos.
Espero estas líneas les sean útiles.
Dr. Darío Aguirre
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